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Esta ruta forma parte del proyecto común de cinco municipios del Bajo Tormes denominado “Senderos cicloturistas y Rutas urbanas autoguiadas”.

La ruta urbana autoguiada de Monleras propone los siguientes puntos de interés en el recorrido por el casco urbano:

1.- Casa del Sacristán

En esta gran casa vivió el sacristán. Pero fue sobre todo lugar de celebraciones. En las bodas, tras el gran portalón de madera, en el gran patio, se celebraba el banquete de boda. La ternera, las gallinas y los pollos se preparaban días antes. Los jóvenes, amidos de los novios, montaban la víspera las mesas y los bancos, tenían la vajilla y el agua en cántaros para llenar las tinajas y ayudaban a las cocineras a preparar el festín. El día de la boda el pueblo se inundaba de fiesta, el tamborilero tocaba, la gente bailaba y cuando todo parecía acabar los novios regalaban dos vainillas a las mujeres y puros a los hombres.

 

sacristan

 

2.-Capilla del Humilladero y Calvario

 

humilladero (1)

 

En esta ermita se rezaba el responso antes de que la tierra cubriera al difunto en el cementerio de Monleras. En su interior nunca dejaba de alumbrar una lámpara de aceite y al atardecer, cuando se atendía la lámpara, sonaba la campana de la ermita que se escuchaba desde cualquier parte del pueblo, para que nadie olvidara a sus muertos. Por ella pasaba La Carrera, la procesión del Vía Crucis que se celebraba el Viernes Santo. Nazarenos de túnicas moradas y coronas de bardas de negrillo y un pueblo devoto, acompañados de gentes de todos los lugares, recorrían este camino de piedad rezando una oración junto a cada una de las cruces que representan los momentos de la muerte y martirio de Jesús.

 

3.-Fuente Nueva y lavadero

 

fuente nueva

A esta fuente desfilaban, cada lunes, las mujeres del barrio, cargadas con sus tajuelas y sus cubos de zinc repletos de ropa. De la fuente de arco de medio punto y escaleras de granito el agua manaba, cuando corrían los regatos, hacia el lavadero de piedra, enrojeciendo las manos en invierno por el frotar en agua fría. A pesar del frío y las rodillas enrojecidas, el recuerdo del baile o la fiesta del domingo desataba las risas y parloteos. El regato recogía el agua sobrante, llevándola al arroyo, a donde no había más remedio que ir a lavar en tiempos secos, cargando el burro a mujeres y alforjas.

 

 

4.-La Alhóndiga

 alhondiga

 

Donde hoy aprenden los niños y niñas de Monleras, antaño fue alhóndiga, o cilla, como también se conoce, donde se guardaba el grano que pagaban los vecinos a la Iglesia. De la antigua alhóndiga quedan, testigos mudos, tres arcos de medio punto y, al otro lado de la calle, la Casa donde dicen vivía el cillero, encargado de velar por la cebada o el trigo que se atesoraba en la alhóndiga y que llegaba de toda la región. La historia hizo desaparecer diezmos y tributos y la alhóndiga se convirtió, con el tiempo, en escuela pública, donde niños y niñas, separados, aprendían a coser, a leer y a escribir en los pizarrines, sentados en aquellos antiguos pupitres.

 

 

5.-Casa de María

casa maria

 

En el portalillo, que defendía la entrada de la puerta del hostigo, sentada en el poyato de piedra, se sentaba María a dar vueltas al huso hilando la lana recién esquilada de las ovejas, a la luz del día, porque era poca la que entraba en el interior de aquellas oscuras casas. Muchas labores se realizaban en el exterior de la casa: en el portalillo se hilaba, se tejía o se charlaba a la solana, en la calle se pisaban los garbanzos sobre una manta para separarlos de las vainas. Si no se tenía corral, era en la calle donde se daba muerte a los cerdos para hacer de ellos chorizos, salchichones, lomos y jamones que duraran todo el año.

 

 

6—Casa del Infante

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En este palacio tuvo residencia, allá por los inicios del siglo XIV, el infante Don Sancho de Castilla el de la Paz, hijo del infante Don Pedro y nieto del rey Alfonso X el Sabio. Los libros de historia cuentan que el infante cayó en desgracia de los reyes Sancho el Bravo y Fernando IV, y que en estas tierras andaba fugitivo. Tras su muerte, el infante donó al pueblo de Monleras la Iglesia que mandó construir y esta gran casa señorial, que pasó a ser convento de monjas. Los estragos del tiempo hicieron desaparecer artesonados y celdas, pero aún queda, como recuerdo de tiempos nobles, su gran puerta de piedra labrada y la leyenda de un pasadizo secreto que unía iglesia y palacio. Los huesos del infante descansan en la capilla mayor de la Iglesia de Santa María de Ledesma.

 

 

7.-Ayuntamiento, Anfiteatro y Panera

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Este antiguo ayuntamiento fue, en sus días, prisión. De aquellos tiempos queda su gran arco de piedra, que separaba al reo de sus guardianes. Frente a este edificio se abre la plaza, con su escultura que nos recuerda el origen molinero de Monleras, y el Anfiteatro, construido con las piedras de puentes destruidos. En las noches de verano, aquí se representa la vida y la muerte, la comedia y el drama, en un pueblo que desde antiguo ama el teatro. En las paneras, atrás del ayuntamiento, se guardaba el grano, pero también, en el invierno, al calor de la lumbre, se representaban obras teatrales.

 

8.-Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción

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El infante Don Sancho de Castilla el de la Paz comenzó la construcción de esta bella iglesia a comienzos del siglo XIV, sin llegar a verla finalizada. Tras su muerte, en su testamento, dejó este templo a todos los vecinos de Monleras, como agradecimiento a un pueblo hospitalario. El 15 de agosto, en la fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, la iglesia brilla radiante y el pueblo es un hervidero de gente. Antiguamente este era el centro de la vida de Monleras: sus campanas marcaban el ciclo agrícola, los tiempos de labor y daban la voz de alarma. Las procesiones rodeaban el templo y en su plaza recogían los recién casados los regalos o se bailaba la rosca.

 

 

9.-Comercio del Señor Eloy

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En aquel comercio se encontraba todo lo que se buscara: Tornaderas, ropa, bisutería, armarios, camas, albarcas, trigo, cebones, cencerros,…Nada había que el señor Eloy no pudiera conseguir, y a su comercio llegaban gentes de localidades lejanas conocedoras de la variedad y calidad de los productos que allí se vendían. Los mayores de Monleras recuerdan la pequeña sala con el mostrador repleto de mercancía, donde siempre se recibía un trato familiar. El señor Eloy ofrecía a la población de Monleras todo aquello que se necesitaban en este rincón, a más de un día de camino en carro de la ciudad.